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jueves, 28 de abril de 2011

Monika Kruse, las damas primero

Dentro de la serie que pretendía hacer sobre grandes deejays femeninas y que comencé con Gayle San, hago hoy entrega de la segunda entrada de la saga "Las Damas Primero", en este caso se trata de la alemana Monika Kruse.

Según se cuenta, Monica Kruse, tuvo que elegir entre tomar en serio su carrera como modelo o dedicarse a la música. Como es patente eligió la segunda opción y comenzó a pinchar funk y House en varios clubs de Munich.




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Kruse se une al colectivo Ultraworld ya casi en el ecuador de la década de los 90. Ultraworld, que aunque hoy en día se reconozca por las fiestas que llevan esa "marca", es el colectivo que organiza las primeras fiestas techno de Munich y que, en sus orígenes, tal y como se define muy acertadamente en Torrent THEATRUM MUNDI,  defiende la idea de que vivimos en un tiempo en el que el capitalismo se ha vuelto tan dinámico y productivo que la fase agresiva de normalización y disciplinamiento ya hace tiempo que se ha superado. La normalización avanza bajo el signo de la aceptación de la diferencia
En un momento determinado aparecieron en el horizonte del sistema capitalista tardío los _Raver_ [participantes en tecno-parties, fiestas musicales que se desarrollan en espacios y de forma no tradicionales]. Los ravers iniciaron un pequeño ataque, minoritario, contra la administración del tiempo libre y del disfrute que gestionaban los ingenieros de la cultura juvenil. A primera vista, la tecno-party es un lugar para los que no encuentran su lugar en el capitalismo tardío. Aquí uno puede encontrar su suerte: muchas promesas de acabar con estúpidas reglas burguesas y un bello dejarse ir. Se podría, pues, apuntar el carácter disidente del Tecno, cuya definición más amplía, radical y chic ha sido la de _sonido postestructural_: por una noche, uno ha dado un paso hacia fuera, más allá del reduccionista sistema de coordenadas del trabajo, obligación y autocontrol. Por una noche uno puede hacerse el loco y comportarse como si mañana no fuera a hacer suya de nuevo, enérgicamente, la identidad del yo


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De alguna forma, seguramente esto es inherente a toda salida nocturna de tipo escapista; inherente a todo deseo de salir dejándose vaciar el cerebro en un concierto -la música es más fuerte que los propios pensamientos-, de tomar vacaciones de uno mismo, si ello es posible.


Los amigos del Tecno, sin embargo, destapan muchas otras promesas de felicidad y numerosas negaciones de los grandes significantes de la cultura: la obra original, el autor genial, la estrella, el aplauso, el esfuerzo artesanal de tocar un instrumento, la posición central de la voz y la melodía, la administración del divertimento temporal por medio de ofertas de ocio comerciales, el capital simbólico de la _importante_ recepción cultural.

Un programa de subversión Tecno se podría sintetizar, aproximadamente como sigue.

Primero: la alegre high-conexión con las máquinas electrónicas. No es necesario saber tocar un instrumento para hacer música. Las máquinas son tus amigas. Uno puede producir ruidos y sonidos con ellas. La conexión con las máquinas permite rapidez y flexibilidad. Los medios técnicos de producción estética están al alcance de tu mano. Cada uno es un DJ [Disk Jokey], cada uno es productor de Tecno. La utilización de las máquinas no será ya el saber secreto de una élite técnico-científica o cultural, sino de libre acceso.



 Las máquinas son utilizadas en contra de sus instrucciones de uso. No son potentes
órganos caseros con los que se simula el sonido limpio de un piano. Con ellas se produce un
añadido a la idea tradicional de música. Se hace sonar hasta el mismo proceso productivo, hasta el zumbido de las máquinas. Si la música es zumbido filtrado, la reducción del ruido a sonidos repetitivos y reconocibles, ahora se puede jugar con precisión con la relación del zumbido blanco no filtrado y música redundante bajo condiciones fijadas por el ordenador. Abstracción y ambiente.



Tercero. Todos se convierten en emisores potenciales. Sólo tienes que coger la basura de las
grandes producciones electrónicas, de la investigación militar y la de la producción industrial, o sea, los gadgets de la industria del ocio, como los ordenadores de bajo y de batería. Su utilización combinada, masiva, romperá la relación unidireccional entre emisor y receptor -que ya fue descrita por Baudrillard como una de las relaciones de poder más abstractas. El monólogo de los medios se ve interrumpido por tu propia, pequeña y sucia práctica gracias a la tecnología.





Cuarto. La descentralización del sujeto. La fiesta es una situación en la que puedes perder, por un momento, tu trabajada autodisciplina. En medio de un espacio de sonido fuerte y luz parpadeante, puedes olvidar, aunque sea por un instante, tu fuertemente arraigada identidad burguesa, puedes alcanzar la sensación de disfrute corporal, ahora mismo. Ya no se trata de un gozo de segundo grado, en el sentido de: _Esta música es cojonuda, porque está hecha por XYZ_. Tampoco se trata de una euforia psico-acústica regresiva, que recurre a lo _hortera_, se dirige al deseo, inherente a los cuerpos, de sonidos melodiosos o produce esa excitación totalitaria por medio de sonidos montados de manera marcial y jerárquica. Se trata de un maquinismo musical: una sensación de ligereza y transgresión de las fronteras del cuerpo cuando se baila durante mucho tiempo en un espacio marcado por una luz y un sonido abstractos.


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